La función del vidrio de seguridad es proporcionarnos la protección necesaria en función del objetivo que queramos conseguir. Esta protección viene dada desde el nivel básico (protección física) hasta los niveles más altos (protección antirrobo, antibala …)
La seguridad se consigue mediante dos tipos de vidrio: Vidrios laminares y vidrios templados.
Vidrio laminar
El vidrio laminado consiste en la unión de dos o más hojas de vidrio a través de la interposición de una o más láminas de polivinilo butiral (PVB), compactado por medio de distintos procesos de calor y presión. En caso de rotura, los trozos de vidrio quedan adheridos al butiral, manteniendo su estructura general, lo que proporciona seguridad no solo a las personas, sino que también impide la entrada a través del vidrio.
Vidrio Templado
Es el proceso mediante el cual se somete al vidrio a un calentamiento y bajada brusca de temperatura para conseguir que sus propiedades mecánicas mejoren.
En un primer momento se calienta uniformemente toda la lámina de vidrio a una temperatura que varía en función del grosor de la misma (pudiendo llegar a los 700º C) para, a continuación, enfriarlo bruscamente, haciendo incidir sobre su superficie aire más frío y a una presión controlada. De este modo la superficie del vidrio se contrae rápidamente y queda sometida permanentemente a tensiones de compresión, mientras que el interior del vidrio queda sometido, también permanentemente, a tensiones de tracción.
Este proceso proporciona unas características mecánicas que otorgan al vidrio la resistencia tanto a impactos como al choque térmico producido por cambios bruscos de temperatura entre distintas partes del vidrio. Dichas características confieren a éste mayor seguridad en su uso.